miércoles, 12 de diciembre de 2007

Colage

¿Qué estrategia emplear?
Tratar de ser amable con el pretendiente sólo puede despertar falsas esperanzas. ¿Cómo se puede evitar los sentimientos de culpa? Ante situaciones de amor no recíproco, Baumeister y Wotman proponen la estrategia del “zombi”.
Cuando el encuentro con la persona enamorada es inevitable, se aconseja un comportamiento amable pero breve.
Es preferible evitar cualquier tipo de contacto para, así, evitar la creación de falsas esperanzas en la persona enamorada.
Es mejor no mostrar ninguna emoción, ni negativa ni positiva, que pueda gratificar al perseguidor. Aunque resulte duro en un principio, es el método más eficaz de desenamorar a una persona o, al menos, evitar que piense que es recíproco

Efectos de la locura de amor.
El enamorado o la apasionada (porque esta fijación no distingue entre sexos) adopta unas actitudes que no tienen nada que ver con una inclinación sana hacia alguien. Sus comportamientos se vuelven ‘ridículos’. Investiga, espía y se pregunta a cada instante dónde estará el otro, con quién y qué hará. No respeta su intimidad. Aparece por sorpresa donde sabe que está.
Quien se obceca por amor es capaz de dejarse humillar, sufre falta de apetito, de concentración y trastornos del sueño porque constantemente está maquinando cuándo y cómo se acercará a la persona deseada.
Sus pensamientos son irracionales y están distorsionados. “Si en ese periodo toma alguna decisión, lo hará en función de ese amor, aunque personalmente le perjudique”, dice la psicóloga Rocío Mayén.

No menos importante es el aislamiento social al que puede llegar. Como vive por estar con la persona deseada, deja a un lado a amigos y familia hasta que el flujo de comunicación entre ellos desaparece casi por completo. “Los allegados se impacientan y con la mejor intención dan consejos que la persona ya se ha dado, pero que no sigue”, explica Magda Constanzo.

¿Cómo se puede evitar el sufrir por amor?
Ser realista en el amor. Cambiar los mitos, por una idea verdadera y asentada en lo que es la vida. El amor no es una panacea, sino un trabajo de acople. No se trata de comunión de almas, sino de solidaridad; no se trata de generosidad compulsiva, sino de reciprocidad: ni de tolerancia, sino de respeto; y menos de obligación contraída, sino de compromiso voluntario. Hay que cambiar la semántica del amor y dejar de considerarlo como un intercambio donde el otro merece más que uno. Hay que inclinar el péndulo hacia uno, equilibrar la cosa: pasar “del otro”, “al nosotros”. “Soy tan importante como vos”, que en el amor significa decir que vamos andar juntos por los terrenos de Eros, Philia y Ágape ¿Para toda la vida?: no tengo idea, quizás si, todo va bien, no sé… Entonces para no sufrir en el amor hay que tener los tres componentes, pero sin negociar la dignidad personal: auto respeto. Amor digno, sino, no es amor.
¿Qué conductas nos unen o nos separan del ser amado?
Nos une el respeto, la ternura, la diversión, los ideales, la ética, el deseo, el placer, en fin, la aproximación sobre lo fundamental. Nos separa el maltrato, la violación de los derechos personales (humanos), la indiferencia, la descalificación, el silencio obligado, el engaño, el egoísmo rampante, en fin, el desacuerdo sobre lo fundamental. Por eso, hay que ver el amor como un acuerdo entre dos proyectos de vida que se juntan y corresponden, no uno a uno, sino en lo esencial.
Norberto LitvinoffLic en Psicologia//Lic en Sociologia-Sexologo

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