Un recurso fundamental de cualquier clase dominante (la burguesía lo es desde hace siglos) es extender su dominio ideológico y político inclusive a acontecimientos cuyos protagonistas fundamentales fueron sus propios explotados.
Un caso emblemático es el 1º de mayo, que de “jornada de lucha internacional de la clase obrera” pasó a ser la “fiesta de los trabajadores”.
Los primeros aniversarios del 24 de marzo fueron jornadas de resistencia contra la dictadura, y una vez derrocada ésta, movilizaciones de masas por el juicio y castigo a los culpables.
Sucede que, para nosostros, los culpables no se limitaban a los militares genocidas, sino a la complicidad política con el golpe y con la dictadura de los partidos patronales (UCR, PJ, PDP, etc.), la burocracia sindical, las cámaras empresariales, la Jerarquía clerical (especialmente de la Iglesia Católica) y los principales medios de comunicación.
Es decir, apuntábamos (y todavía apuntamos) al carácter de clase del régimen instaurado el 24 de marzo de 1976.
Fue el Imperialismo el que a escala de toda América Latina montó regímenes dictatoriales. Del mismo modo, cuando estos se agotaron, recurrió a las urnas para mantener los mismos planes de sometimiento y explotación.
La deuda externa tuvo ese origen, y a pesar de esa ilegitimidad, los sucesivos gobiernos constitucionales siguiero respetenado el pago de sus intereses usurarios.
En este sentido, está perfectamente clara la continuidad del gobierno militar con la institucionalidad constitucional que lo precedió. No sólo el PJ Isabelita y López Rega con su Triple A: Balbín llamó a exterminar la “guerrilla fabril” (es decir, los miles de delegados y activistas obreros que fueron desaparecidos por la represión).
La “izquierda” predominante de la época también facilitó el accionar de la dictadura,
sea por su política equivocada, o directamente, por su complicidad.
Producto de las derrotas sufridas por los explotados en las últimas décadas, fuimos perdiendo ese carácter de clase, y la burguesía avanzó en usurpar el aniversario,
logrando inclusive colocarlo como feriado nacional.
Así, se presenta al golpe como violatorio de la Constitución, de la institucionalidad democrática. A ésta, que fue cómplice, se la coloca como víctima.
El hecho de que miles y miles nos movilicemos cada 24 de marzo es un hecho positivo, en tanto sigue registrada en la conciencia popular la lucha por las libertades democráticas, que tuvo y tiene en Argentina un desarrollo inédito, excepcional a nivel mundial.
Pero estas imponentes movilizaciones deben ser, para los marxistas revolucionarios, un escenario propicio para instalar, en la medida de nuestras fuerzas, la auténtica MEMORIA, como plataforma para unir el pasado con la necesidad de lucha en el presente.
Y esta lucha parte de los mismos reclamos que fueron aplastados a sangre y fuego en 1976: salarios, trabajo, vivienda, educación, salud.
Y tiene la misma perspectiva histórica que encarnaban los miles de desaparecidos, más allá de sus propias diferencias ideológicas y políticas: el futuro de una sociedad sin explotadores ni explotados, una sociedad SOCIALISTA.
Comité Constructor por un PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO
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