jueves, 13 de mayo de 2010

DOS SIGLOS DE ENTREGA Y DEPENDENCIA.



El próximo 25 de mayo, el gobierno de Cristina Kirchner lanza el acto central que tiene por finalidad festejar el “Bicentenario de la Patria”.
Arribaran presidentes, funcionarios de América Latina y de otros confines del mundo.
De hecho, ya hubo distintos actos, plagados de discursos y arengas donde se manifestaron los logros de la gestión kirchnerista, y en donde se expusieron también promesas de obras a realizarse en un futuro próximo.
Pero el gobierno del PJ no dice un ápice del deterioro económico y social que en estos momentos, padecen millones de compatriotas, producto de la sumisión y la dependencia del país con el capital imperialista.
La oposición burguesa, tampoco hace referencia alguna en este aspecto, algo que demuestra tanto el oportunismo como la hipocresía política que cubre al oficialismo y la oposición, una conducta para nada casual, teniendo en cuenta el carácter histórico pro imperialista y cobarde de la burguesía nacional.
Pensar que el estalinismo criollo, tanto el “Partido Comunista Argentino” como su homólogo maoísta, el “Partido Comunista Revolucionario”, abrigan e infunden esperanzas en esta burguesía nacional decadente, para que nos conduzca en algún momento hacia la “segunda independencia nacional”, como si alguna vez se hubiese producido la primera.
La burocracia sindical de los Moyano, Yasky, De Gennaro y otros capitostes, es cómplice también del circo montado por la burguesía.
Lo que debemos resaltar de este festejo, es el esfuerzo que realiza el gobierno por cumplir con el pago de la deuda externa a los banqueros, extrayendo fondos de cualquier parte, no solo del Banco Central, sino además, a los que pertenecen a los salarios y las jubilaciones, las obras sociales de los trabajadores, a los de la salud, vivienda y la educación, condenando al hambre y la miseria a millones de trabajadores.
A pesar de toda la conducta sumisa, la deuda sigue incrementándose, y con ella, la hipoteca imperialista que asfixia el cuello y los bolsillos de los trabajadores argentinos.
Estos son los auténticos logros de esta burguesía nacional, arrodillada ante la exigencia y los intereses del gran capital.
La clase obrera, es la única clase social que no tiene lazos ni intereses de ninguna especie con el gran capital, y por ello, es la clase potencialmente revolucionaria llamada a terminar con el sometimiento y la opresión imperialista.
Y para que esto pueda ser así, el primer gran desafío que tiene es ver si logra transformarse en Partido-Programa.
Sin revolución social en un próximo período histórico, la civilización humana está bajo amenaza de ser arrasada por una catástrofe. Todo depende del proletariado, es decir, de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la dirección revolucionaria”, señalaba León Trotsky en el Programa de Transición, y vaya si esta frase no mantiene plena vigencia. Hoy más que nunca aportamos nosotros, entendiendo que los factores objetivos para la revolución proletaria están más que maduros, situación que quiere ocultársenos con toda suerte de maniobras y discursos emitidos desde el stablishment imperialista, basados en hacernos creer que se esfumaron las ideologías, y que estamos frente a un desarrollo capitalista imparable, de aquí a la eternidad, amén.
Es indudable que todo este discurso está al servicio de prostituir y envenenar la conciencia de clase de los explotados, objetivo que se facilita merced a las derrotas sufridas durante los últimos años, exacerbando con ello el atraso político e ideológico, desalentando continuamente a las masas a confiar en sus propias fuerzas y a la necesidad de luchar u oponerse contra el sistema.
En este marco de construcción tan adverso, poner en pié el Partido-Programa de la clase obrera es la tarea central para todos aquellos que entendemos a la revolución proletaria y el socialismo como la única alternativa al capitalismo, la burguesía, su estado, y la barbarie a la que nos expone todos los días.

1 comentario:

SIL dijo...

A-M-É-N ...


/// si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía.


Prólogo a la traducción de "El contrato social" / 1810

Mariano Moreno (1778 - 1811)


Felicitaciones por esta publicación.


SIL